viernes, 21 de octubre de 2011

Impresoras de chorro de tinta

Al contrario que las anteriores estas impresoras son bastante silenciosas. El fundamento físico se basa en emitir un chorro de gotas de tinta ionizadas, que en su recorrido es desviado por unos electrodos que se encuentran a un potencial fijo. El carácter se forma con la tinta que incide en el papel. La desviación de las gotas, y por lo tanto la forma del carácter, se regula variando la carga inicial de la gota. Cuando no se desea escribir, las gotas de tinta se desvían hacia un depósito de retorno.

Las impresoras de inyección de tinta actuales disponen de cabezas de impresión con hasta 64 aberturas de inyección, y se consiguen densidades de impresión de hasta 720 puntos por pulgada. Estas impresoras escriben con una calidad intermedia entre las matriciales y las impresoras láser, y pueden estar dotadas de depósitos de tinta de distintos colores, pudiendo producir imágenes en color a precios razonables. Las impresoras de inyección suelen bidireccionales y su velocidad oscila normalmente entre 60 y 600 caracteres por segundo. El estándar más conocido son las HP DeskJet.


jueves, 20 de octubre de 2011

Impresoras matriciales

Estas impresoras forman el carácter mediante una matriz de agujas, punto a punto. Habitualmente se habla de 9 o 24 agujas (es decir 9x9 o 24x24). Evidentemente las de 24 nos proporcionan una mayor calidad.

Para conseguir una u otra calidad tenemos varios modos de funcionamiento:
  • Calidad borrador: sólo hace una pasada
  • Calidad NLQ: se escriben dos caracteres iguales ligeramente separados para dar mayor solidez.
  • Calidad LQ: repiten el proceso anterior para obtener una mayor calidad.

La velocidad de impresión se mide en cps (caracteres por segundo) y está en función del modo de funcionamiento que se utilice. Dependiendo de la impresora puede tener la capacidad de utilizar unos tipos u otros de letra, así como la posibilidad de emular el funcionamiento de otras impresoras. Si una impresora emula a otra quiere decir que admitirá los drivers de esa impresora. El estándar para las impresoras matriciales son las impresoras Epson, las NEC y la IBM ProPrinter.


miércoles, 19 de octubre de 2011

Partes de un Disco Rígido

Platos de soporte

La pieza más importante de todo disco duro son uno o más platos de aluminio, vidrio o cerámica, recubiertos por un fina capa de material ferromagnético de unas cuantas micras de espesor (de entre 3 y 8 micras en los discos modernos). Aquí es donde, finalmente, se almacena la información binaria.

Motor servocontrolado

Los platos de almacenamiento giran accionados por un motor servocontrolado, que garantiza una velocidad angular uniforme, la cual varía dependiendo del disco, pero comúnmente oscila entre 3.200, 4.800, 5.400, 7.200 e incluso 10.000 revoluciones por minuto. Esta velocidad de giro es importante para el desempeño general de la unidad, ya que mientras más rápido sea el giro, más rápidamnete se podrá almacenar o leer la información en la unidad. Actualmente, el motor de giro más usual suele se el de tipo BSL (sin escobillas), lo que reduce prácticamente a cero las pérdidas por fricción, haciendo más eficiente la operación del conjunto.

Cabezas de grabación y lectura


Para realizar la lectura y escritura de datos en la superficie de los discos, se necesitan dos cabezas de grabación y lectura, una por cada cara del disco (por supuesto que si hay más de un plato, habrá más cabezas). Las cabezas están unidas por un elemento al que se denomina "actuador". Se trata de un brazo que en un extremo tiene montadas las cabezas magnéticas y en el otro los elementos necesarios para lograr el desplazamiento de ellas a través de la superficie del disco. 

Antes las cabezas eran simples toroides de ferrita (similares a las que se incluyen en cualquier grabadora de cassettes casera), pero en la actualidad se fabrican en miniatura, por un método parecido al de los circuitos integrados (cabezas tipo thin film), o se trata de complejos elementos magneto-resistivos que permiten enormes densidades de grabación, redundando en discos cada vez más pequeños y de mayor capacidad.


Motor de desplazamiento de cabezas

El desplazamiento de las cabezas de lectura/escritura sobre la superficie de los platos, es necesaria para lograr la recuperación de los datos almacenados en un disco. En discos antiguos, el desplazamiento lo realizaba un motor de pasos conectado al brazo donde iban montadas las cabezas; en la actualidad, estos motores han sido sustituidos por una "bobinas de voz" (voice coil), las cuales permiten movimientos más precisos y, lo más importante, pueden autocorregir pequeñas desviaciones que pudiera haber en el proceso de búsqueda de un track de información (además de permitir despalazamientos más veloces.

Para su funcionamiento, esta bobina de voz necesita un par de imanes permanentes que producen un campo magnético de cierta intensidad. Sumergida en dicho campo, se encuentra la bobina que está adosada en el brazo de cabezas (puede darse la situación contraria: un imán pegado al brazo y las bobinas rodeándolo); de modo que cuando circula una corriente a través de la bobina, por la atracción y repulsión magnéticas, el brazo de las cabezas tiende a moverse. Manejando la magnitud de corriente que circule por la bobina, se puede controlar el desplazamiento de las cabezas sobre la superficie del disco.

Gabinete


Los disos se encuentran en un gabinete herméticamente sellado, de modo que el aire exterior que contiene una gran cantidad de partículas suspendidas, no penetre al interior de la unidad, a menos que pase por unos filtros especiales que retiran todas las partículas indeseables y permiten el flujo de aire limpio dentro del disco. Si bien, por algún tiempo se manejó que los discos duros venían al vacío, esto no es cierto, ya que, para su funcionamiento es indispensable que se forme un colchón de aire entre la superficie del disco y la cabeza magnética, algo imposible si la unidad estuviera al vacío.

Circuitos electrónicos


En la parte exterior del gabinete, hay una placa de circuitos electrónicos con varios chips que establecen la comunicación entre la computadora y el interior del disco duro. Esta placa contiene los circuitos de intercambio de datos, los amplificadores que graban los datos en la superficie de los platos y aquellos que recogerán los minúsculos pulsos que captan las cabezas de lectura, amplificándolos y decodificándolos para enviarlos al microprocesador. 

También incluye los conectores para alimentar el diso duro con +5 y +12 volts (hay discos que trabajan con +5 volts e incluso con menos para máquinas portátiles); en esta placa también se configura la unidad como disco único, master o slave. Aún cuando estos elementos básicos conforman un disco duro, es posible encontrar otros, como un brazo para autoestacionado de cabezas, LED's indicadores de actividad del disco, etc., sin embargo, la estructura básica de la unidad es la misma.

martes, 18 de octubre de 2011

La Propiedad Intelectual

Ya desde pequeños nos familiarizamos rápidamente con el concepto de propiedad. Sin ir más lejos, yo me acuerdo como entró en mi vida: en los recreos del cole. A esa edad todavía tenía la sana costumbre de coleccionar cromos, que se intercambiaban al melódico si le, no le1 entre clase y clase. Un cromo o era tuyo o era del amiguete con el que los cambiabas, pero no podía ser de los dos a la vez; al fin y al cabo, ese cromo sólo podía acabar en la colección de uno de los dos. Como muy tarde, era justamente a la hora de pegarlos en el álbum cuando te dabas cuenta de que el cromo era propiedad tuya y de nadie más.

Si me hubieran hablado entonces de la propiedad de bienes que no se pueden tocar, no le hubiera encontrado ningún sentido. Probablemente, hoy todavía no se lo encuentre. Y es que desde hace más o menos un par de siglos, el concepto de propiedad que tenemos para los bienes tangibles se ha extendido a los intangibles, lo que ha dado paso a la propiedad intelectual. 
Cuando se planteó esta analogía, los bienes intangibles se podían copiar, pero esto era una práctica cara (y, a veces difícil), al alcance de unos pocos. Por eso, la idea de propiedad que dábamos a un bien intangible (pongamos por caso un libro o un CD) se asemejaba mucho a uno tangible: no lo podías compartir sin quedarte sin él. Aunque ciertamente, eso fue hace mucho tiempo. Hoy, con los bajos costes de copia, literalmente cualquiera puede conseguir una copia fidedigna del original. Si los cromos fueran un bien intangible, el si le, no le de los recreos estaría en vías de extinción, ya que obtener una copia idéntica del cromo de mi amigo no sería nada difícil y el coste sería despreciable.

Precisamente uno de los aspectos más llamativos del software libre es su desafío a la concepción imperante sobre el derecho a la propiedad intelectual, en especial del copyright. Resulta paradójico para muchos cómo el software libre se vale precisamente del copyright -las licencias que rigen las condiciones de uso y (re)distribución del software- para conseguir justamente lo contrario que lo que ha venido a ser común en los últimos siglos.

Es interesante observar cómo el modelo que propone el software libre resulta beneficioso para todos, incluso -para incredulidad de muchos- para el propio autor. Y resulta que en contraposición con el modelo de copyright, el nuevo modelo (denominado popularmente como copyleft en un hábil juego de palabras tan dado a los anglosajones) funciona mejor si copias el software. Ya he comentado en el prólogo que este mismo libro sigue la filosofía del copyleft. 
Y es que el modelo adoptado por el software libre se puede trasladar con algunos matices a otros bienes intangibles. En Músicos, compositores y rentistas se aplicaría sobre la música, indagando en los diferentes roles que existen en la creación de obras musicales y las implicaciones que un modelo similar al copyleft tendría en la industria musical. Software, mentiras y cintas de video lo haría seguidamente con el cine, haciendo cábalas de cómo sería el cine libre (modificable y redistribuible).

lunes, 17 de octubre de 2011

Historia del Software Libre

El software libre nació de la mano del propio software en la década de los años 60. Entonces las gigantescas máquinas a las que llamaban computadoras hacían uso de programas cuyo código fuente estaba a la vista de todos (los que querían verlo, por supuesto) y se podía distribuir libremente. Esto provocó que ya en esos tiempos, prehistóricos desde el punto de vista de la informática, existiera una pequeña comunidad de científicos y programadores que intercambiara código, a la vez que informes de errores e ideas. El software por entonces no era más que un valor añadido a las carísimas computadoras y se solía distribuir gratuitamente por los fabricantes.

La situación cambió radicalmente con el descenso del precio de las máquinas y sus componentes (el hardware) y la progresiva necesidad de un software más potente y con mayores funcionalidades. La ventaja competitiva que el intangible daba a las máquinas llegó hasta el punto en el que incluso había gente que estaba dispuesta a pagar dinero por él. Esto que en sí no es necesariamente malo, provocó sin embargo un giro radical en la industria informática: las primeras compañías exclusivamente dedicadas a la creación de software aparecieron en el horizonte y se hicieron fuertes en el mercado.

En aras de maximizar beneficios (económicos y estratégicos), una de sus tácticas habituales era limitar hasta más no poder lo que el usuario podía hacer con el software que creaban. De repente, algo tan natural hasta pocas fechas antes como compartir un programa o su código se convirtió en una práctica deleznable y que atentaba no solo contra el creador del software, sino contra toda la industria del software y, por si acaso, también contra la sociedad y su bienestar. El lector, seguro que muy atento a los temas de actualidad, sabrá que este argumento se sigue utilizando de manera habitual una y otra vez en nuestros días por asociaciones de editores y grandes compañías de software: el que copia es nada menos que un pirata.

No fue hasta mediados los años 80, cuando Richard Stallman formalizó las ideas básicas del movimiento del software libre que está revolucionando la industria del software (y como se verá en este libro, puede que algo más). El software libre, tal y como lo conocemos hoy, dio sus primeros pasos con un manifestó en favor de la libertad de expresión y un proyecto conocido hoy mundialmente, el proyecto GNU. Y con él, vio la luz probablemente una nueva forma de ver y entender el software y los bienes intangibles que se ha visto acelerada con la masiva implantación de Internet en las postrimerías del siglo XX y principios del actual.

Ha sido el binomio Internet-software libre (junto con otros ingredientes secundarios) el que ha propiciado uno de los cambios más radicales de las últimas décadas. Nótese que es difícil imaginarse el éxito del uno sin el otro. La mayor parte de la infraestructura de Internet se sustenta sobre código libre, mientras que las posibilidades colaborativas que ofrece Internet han sido vitales para el pleno desarrollo del software libre como elemento tecnológico y filosófico. Sin embargo, mientras el cambio tecnológico basado en Internet ha tenido una fuerte implantación en el mundo occidental, la mentalidad ligada al software libre está tardando algo más en calar en la sociedad. 
 
Pero no cabe duda de que paulatinamente va ganando en importancia. Y es precisamente en este punto donde nos encontramos; en un mundo que está empezando a asimilar estos cambios y lo que conllevan. Los ensayos en este libro presentan y toman posición precisamente en algunos de los debates de más radiante actualidad que tienen que ver con estos aspectos. El lector podrá comprobar que el futuro tiene una clave en software libre y que ésta puede ser la llave hacia la sociedad post-moderna.

domingo, 16 de octubre de 2011

Exportar Outlook a un archivo PST

Cuando hablamos de exportar Outlook nos referimos a hacer un backup de todo su contenido (mensajes, contactos, tareas, etc.) de modo que dicha información pueda ser utilizada por otro programa.

Dentro de las opciones de exportación que ofrece está la de exportar a un archivo .PST. Un archivo .PST es nativo de Outlook por lo tanto será compatible con cualquier otra versión de Outlook, al menos hasta donde lo pude comprobar. Los archivos PST generados por las versión 2003 a 2010 de Outlook son compatibles entre si.

Esta opción resulta ideal para exportar los datos de Outlook y luego importarlos tal y como estaban en otra versión si hemos actualizado nuestra PC por ejemplo. El único problema que presenta este sistema es que no exporta las cuentas de correo que estén configuradas, por lo que tendremos que guardar estas configuraciones a parte.

Claro está que no solo nos sirve en el caso de que debamos cambiar de Outlook, nos es muy útil si queremos hacer un backup de nuestro correo por si las moscas.

En el caso en que estemos usando Outlook Express y querramos mudarnos a Outlook resulta más fácil ya que al configurar una cuenta de correo nueva en Outlook nos ofrecerá importar mensajes de otros servicios de correo como por ejemplo Outlook Express. Por tanto resulta simple y seguro.

Ahora si nuestra intención es mudarnos a una nueva versión de Outlook de la que tenemos instalada y querramos conservar los mensajes de Outlook Express podriamos importar los mensajes desde nuestro Outlook "viejo", luego generar una archivo .PST, actualizar nuestro Outlook y finalmente importar desde el archivo PST generado previamente.